martes, 27 de agosto de 2013
miércoles, 21 de agosto de 2013
DOCUMENTAL JUDITH BUTLER: FILÓSOFA EN TODO GÉNERO
Judith Butler, Filósofa en todo Género (2006) es un documental realizado Paule Zadjermann para Arte France. En
la producción podemos conocer distintas facetas de Judith Butler desde
su infancia y sus aproximaciones a las primeras lecturas sobre el
género hasta las condiciones en las cuales produce actualmente su
teoría. En el documental Butler también aborda temas contingentes como
la censura de los medios en Estados Unidos, el matrimonio homosexual, la
ocupación Israelí en Palestina y el derecho duelo público.
Judith Butler, Filósofa en todo Género (2006) es un documental realizado Paule Zadjermann para Arte France.
martes, 20 de agosto de 2013
GIRL RISING: DOCUMENTAL DE RICHARD ROBBIN
Documental de Richard Robbins, sobre la lucha de las niñas por el acceso a la escuela. La historia de 9 niñas, de 9 países diferentes, narrada por 9 grandes actrices y escrita por 9 grandes escritoras.
Una iniciativa que ayudará a dar visibilidad a los procesos de discriminación de género en la educación.
Vale la pena ver, además del adelanto del filme, estos dos breves avances, de gran belleza visual.
WALTER RISO: NUEVO LIBRO "MANIFIESTO DE LIBERACIÓN AFECTIVA MASCULINA"
Manifiesto
de liberación afectiva masculina:
Algunos
varones, conscientes del reto que implica la liberación masculina afectiva,
hartos de la represión emocional a la que hemos estado sometidos por nosotros
mismos y por la cultura, en franca oposición a los valores poco humanistas con
los que muchos hemos sido educados, y con un repudio total por la estructura
patriarcal de la que hemos sido víctimas y que, supuestamente, estamos
obligados a transmitir, expresamos y dejamos estipuladas,
desde lo más profundo de nuestro sentir, las siguientes reivindicaciones de
libertad emocional.
Tenemos derecho:
A sentir miedo.
A ser débiles y a pedir ayuda cuando
así lo consideremos.
A ser inútiles, a cometer errores y a
no saber siempre que hacer.
A fracasar económicamente, a ser pobres y a experimentar el ocio intensa y vitalmente.
A vivir en paz, a negarnos a la agresión, a la guerra y a todo tipo de violencia interna y externa.
A fracasar económicamente, a ser pobres y a experimentar el ocio intensa y vitalmente.
A vivir en paz, a negarnos a la agresión, a la guerra y a todo tipo de violencia interna y externa.
A emocionarnos y a expresar nuestros
sentimientos positivos,ya sea física o verbalmente.
A estar más tiempo en familia y a participar en la crianza de nuestros hijos.
A estar más tiempo en familia y a participar en la crianza de nuestros hijos.
A comunicarnos afectivamente con los
demás hombres, y a fomentar la amistad masculina sin rivalizar ni competir.
A disfrutar del sexo sin ser adictos
sexuales.
A fallar como reproductores y ano
transmitir el apellido.
A una sexualidad más afectiva y
amorosa.
A intentar ser fieles.
A no humillarnos en la conquista.
LOS MEDIOS-LAS KRUDAS
Dice
la creencia popular que fue Paul Joseph Goebbels, ministro de propaganda de
Hitler, quien dijo que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
No existe ninguna constancia que lo expresara exactamente de esa manera, aunque
en varios de sus escritos y discursos habla de la forma de mantener siempre un
solo concepto y difundirlo y repetirlo constantemente. Lo cierto es que este
método, llevado adelante a través de los medios de comunicación de masas, ha
resultado sumamente efectivo.
Y
cuando lo analizamos con detenimiento, vemos que opera a un nivel mucho más
profundo y complejo que el de la mera alteración de la información, como se
pudiera creer en primera instancia. En principio, es obvio que parte del engaño
de los medios de comunicación globales –reunidos en un puñado de corporaciones
que trabajan asociadas para “crear” la mayor parte del panorama comunicacional
mundial– consiste en modificar la realidad, ocultar ciertas cosas, deformar
otras y proporcionar como ciertas otras que no lo son en absoluto. Sin embargo,
creemos que el poder oculto de los medios – directamente ejercido al servicio
de mantener un sistema de dominación sobre las grandes masas, sobre todo de los
países centrales– es mucho más sutil, y también está definido por la máxima
citada.
El
gran poder de los medios de comunicación, es que ellos constituyen un sistema
de persuasión, un sistema de educación continua, que es capaz de cambiar los
sistemas de valores y la apreciación del mundo de la gente. Los cambios que nos
proponen tienen que ver con institucionalizar socialmente los valores del
sistema que promueven, y darnos una forma de apreciar la realidad que esté
determinada por esos valores. Su objetivo está definido por algo que ya hemos
escrito antes: La mejor forma de dominación es hacer que los dominados vean el
mundo con los ojos de los dominadores.
CICATRICES DE MI ÚTERO
Tania,
una compañera, comparte su historia sobre la violencia médica que sufrimos las
mujeres a manos de ginecólogxs. La falta de control sobre nuestros cuerpos y el
abuso de intervenciones y medicación, hacen de su tratamiento paternalista una
situación de abuso y maltrato. No somos úteros perfectos, tenemos cicatrices de
nuestro paso por el mundo y queremos denunciarlas.
Tengo 32 años, la
primera vez que fui al ginecólogo tenía 21, fui sola al mismo médico que
atendió a mi madre cuando me dio a luz a mí. Quería que me diese la
píldora, porque había “estrenado” novio y los condones parecían ser un problema
para él y su pequeña. Asumí la responsabilidad de hormonarme (que por entonces
no comprendía) para mejorar el tema.
Me recibió la
enfermera y amablemente me dejó en la sala de espera. Aquella sala estaba
plagada de imágenes de maternidades, neonatos, etc. No tenía que ver mucho
conmigo y mis 21, así que ojeé las revistas del corazón y de decoración del
hogar que rebosaban el revistero.
Llegó mi turno, entré
en la oficina del doctor y me hizo una serie de preguntas sobre mi vida sexual,
mi menstruación y el motivo de mi consulta. Finalmente me hizo pasar a la sala
donde me esperaba el aparato-camilla, la enfermera me dijo que me desnudara
completamente y que me pusiese una bata y unas fundas en los pies. Como una
astronauta medio en pelotas me subí a la silla y coloqué las piernas en los
soportes. Apareció el doctor, aquel hombre de la edad de mi padre se sentó en
un taburete con la cabeza entre mis piernas y la enfermera a su lado. Hurgaron
durante un rato en mi cuerpo y me dijeron que me vistiese.
Volví a la oficina de
aquel hombre. Me dijo que había un problema, había varios bultos en mi útero
que podían ser tumores benignos, tumores malignos o un embarazo extrauterino.
Iban a operarme, pero antes debería ponerme una inyección que evitaría mi
menstruación durante los tres meses previos a la operación. Me dijo que sería
una pequeña menopausia para evitar que me desangrase en la operación, si perdía
demasiada sangre deberían vaciarme.
Después pagué las
12.000 pesetas de la consulta y la citología y me metí en el ascensor.
Al salir del portal
me senté a fumar uno de aquellos primeros cigarros y lloré en la estación de
autobuses de enfrente, viendo cómo de repente el mundo se me caía encima y
entendí que aquello de tener hijos quizá no sería una opción para mí… jamás
había pensado nada sobre el tema que acababa de explotarme en la cara.
Pasé por una
miomectomía en la que se me extirparon 7 miomas, nada malo por lo que decían.
Aquella mini-menopausia había sido un infierno de 3 meses de subidones de
calor, rubores incomprensibles y mala hostia. Mi útero había quedado lleno de
costuras, pero me prometieron que la cicatriz de fuera no se vería con el biquini.
Me dieron la píldora,
que podía contribuir a que no saliesen más miomas. Al año siguiente volvía a
tenerlos. Durante estos años he pasado por otros 6 o 7 médicos (privados, he
comprobado que los de la SS me meterían en el quirófano de cabeza), y he
escuchado cosas como “sería prácticamente imposible gestar un feto en un útero
que es como un saco de patatas” (esto me lo dijo una sensible ginecóloga, en la
que había puesto la esperanza de encontrar algo más de empatía). Los miomas
siguieron plagando mi útero hasta dejarlo como un racimo de uvas (otra de las
metáforas médicas), asique los médicos empezaron a insinuarme la histerectomía.
Finalmente, di con un
doctor especializado en el tema que me dijo que nunca podrían saber la
capacidad de mi útero sin antes haber intentado un embarazo, por lo que la
opción de la histerectomía que me habían ofrecido los últimos 3 ginecólogos
quedaba descartada. Eso sí, insistió en que debería ir pensando en quedarme
embarazada cuanto antes…
Mi vida no estaba
preparada para esa opción tampoco, es más, de haberme quedado embarazada en ese
momento (cosa que evitaba con anticonceptivos de barrera) creo que habría
abortado.
En este momento, con
32 años y un útero del tamaño de un coco de los grandes, sigo teniendo presente
la opción de la histerectomía (cualquier ginecólogo de la SS me lo “ofrece”),
pero también la de intentar un embarazo (muy difícil) con la persona indicada o
yo sola. Por otra parte, en este país la maternidad subrogada es un delito para
las que no tenemos una cuenta en el banco de más de 4 o 5 cifras. La adopción
es prohibitiva para una cuenta corriente como la mía y gracias a los cambios
recientes en las leyes del estado español, la SS no financia mi inseminación
artificial.
Por otra parte, soy
feminista y estoy un poco cansada de ver cómo muchas de mis compañeras adoptan
la imagen de un útero perfecto y sus ovarios como símbolo, (que sí, que lo
entiendo y sé que por suerte mi caso no es el habitual). Pero
independientemente de su útero, de sus pechos o incluso de sus cromosomas, una
mujer tiene derecho a sentirse parte de su propia lucha y que ésta no lleve la
imagen de un órgano por bandera. Mi cerebro se alberga en mi cráneo, no en mi
entrepierna ni en mi pelvis.
Durante esta década
de consejos sobre qué hacer con mi cuerpo y comparaciones y metáforas más o
menos creativas, he entendido que ser una paciente en una consulta ginecológica
implica en muchísimas ocasiones ser infantilizada, tomada por ignorante, por
lectora de revistas del corazón e interiorismo, compadecida o incluso
humillada. Cosa que se extiende a otros muchos ámbitos.
miércoles, 14 de agosto de 2013
CHISTES SOBRE VIOLENCIA SEXUAL… ¡¿ES UNA BROMA?!
A pesar de estar tener mucha información sobre las terribles, funestas,
inhumanas consecuencias de una violación sexual a una mujer, continuamos
reproduciendo bromas que naturalizan y minimizan las secuelas de esta
acción violenta: ¿Es posible?
Se siguen leyendo todas las mañanas en la prensa múltiples casos de
violencia de género, asesinatos, violaciones, discriminación, salarios
bajos, esclavitud laboral, esclavitud sexual, etc, etc, etc, en inglés,
en español, en francés, portugués, árabe…
La prensa normalmente redacta el hecho, describe algo sobre las
víctimas y/o sobre los victimarios, y comúnmente completa la nota con
las cifras de casos semejantes. Todos los días… todos los días más de un
caso sale en la prensa, relacionado con otros casos, con cifras
alarmantes… No estamos ciegos ante el problema, los medios nos lo dicen,
sabemos que existe una epidemia de violencia contra las mujeres,
escuchamos cifras, vemos a valientes mujeres que han sido atacadas en
la televisión dando testimonio, vemos marchas en la calle, vemos el
cubrimiento de las marchas.
Y sin embargo también se lee en las redes sociales algo que pretende ser un chiste y que comienza de la siguiente forma:
Le pregunta una periodista a un hombre: –“Señor, ¿puede hablarnos de las costumbres de su pueblo?” responde el hombre –“Bueno, cuando una cabra se pierde en el monte, todos vamos a la taberna bebemos y nos emborrachamos. Después vamos todos juntos a buscar a la cabra, y cuando la encontramos nos la culiamos. Una vez una chica se perdió en el monte, y todos nos fuimos a la taberna y bebimos y bebimos y nos emborrachamos, y luego fuimos a buscarla y cuando la encontramos nos la culiamos”.
Y sin embargo también se lee en las redes sociales algo que pretende ser un chiste y que comienza de la siguiente forma:
Le pregunta una periodista a un hombre: –“Señor, ¿puede hablarnos de las costumbres de su pueblo?” responde el hombre –“Bueno, cuando una cabra se pierde en el monte, todos vamos a la taberna bebemos y nos emborrachamos. Después vamos todos juntos a buscar a la cabra, y cuando la encontramos nos la culiamos. Una vez una chica se perdió en el monte, y todos nos fuimos a la taberna y bebimos y bebimos y nos emborrachamos, y luego fuimos a buscarla y cuando la encontramos nos la culiamos”.
Lo que pretende ser un chiste continúa con un final
aparentemente gracioso (el cual omitimos en esta nota para no fomentar
más la naturalización del contenido). Sin embargo ¿cómo es posible que
después de que todos los días escuchamos cifras alarmantes de violencia
contra las mujeres, que si el 35% de las mujeres han sufrido violencia
–es decir, que de cada diez mujeres que cada uno conozcamos más de tres
de ellas han sido violentadas por lo menos una vez en su vida- una broma
aún venga cargada con este componente de naturalización de la violencia contra la mujer como eso: una “ocurrencia”?
Es sencilla la respuesta y paradójicamente aliviadora: es por la costumbre.
Actualmente, en estas generaciones donde aún escuchamos y nos reímos
de cualquier posible final de este chiste, hemos nacido escuchando esta
clase de comparaciones naturalizando la violación a una mujer
como un hecho insignificante en donde hay luz verde para hacer chistes
al respecto sin ninguna clase de desaprobación social; al contrario,
está visto como una “divertida ocurrencia”.
Actualmente, en estas generaciones donde aún no le damos la
importancia a las consecuencias de una violación sexual a una mujer
(incluso por eso es cambiado el término “violación” por “culiar”, que le
quita el componente de agresión), porque dichas consecuencias no nos
han sido mostradas de forma completa, abierta y sincera –el que no sabe
es como el que no ve- es difícil que podamos hacer interiorizar en todas las personas que están y han superado su juventud plena que no es chistoso referirse a una violación colectiva.
Después de más de dos generaciones de guerra en Colombia, una guerra
cruda en donde hemos visto los horrores, las víctimas, el inmenso número
de personas desplazadas, muertas, mutiladas, las generaciones actuales
hemos crecido con la conciencia del sufrimiento de miles y miles de
personas. Jamás se nos ocurriría reírnos de un chiste que empezara con
algo como:
Le pregunta un periodista a una mujer: –“Señora, ¿puede hablarnos de las costumbres de su pueblo?” responde la mujer–“Bueno, cuando un burro se pierde en el monte, todas vamos la cocina y nos tomamos unos sedantes. Después vamos todas juntas a buscar al burro, y cuando lo encontramos lo rodeamos de minas anti-persona. Una vez un chico se perdió en el monte…
Le pregunta un periodista a una mujer: –“Señora, ¿puede hablarnos de las costumbres de su pueblo?” responde la mujer–“Bueno, cuando un burro se pierde en el monte, todas vamos la cocina y nos tomamos unos sedantes. Después vamos todas juntas a buscar al burro, y cuando lo encontramos lo rodeamos de minas anti-persona. Una vez un chico se perdió en el monte…
Es por esto que así como por causas lamentables nuestra generación
tuvo que crecer y ser educada dentro del respeto y solidaridad con las
víctimas de la guerra, de la misma forma la siguiente generación,
nuestros hijos e hijas pueden también recibir educación de nuestra parte
de respeto y solidaridad con las víctimas de la violencia contra las
mujeres. Lo que puede aliviarnos es que tenemos la solución en nuestras
manos: cambiemos la costumbre que invisibiliza esta violencia.
…la violación hasta la muerte, la violación como masacre, violación que mata y que hace que las víctimas deseen estar muertas. Se trata de la violación como un instrumento de exilio forzado: la violación para que salga de su casa y para que no quiera volver. Se trata de la violación para ser visto y oído y ver como se lo cuentan a los demás, la violación como espectáculo. Se trata de la violación hecha para abrir brecha dentro de una comunidad, para romper una sociedad, para destruir un pueblo. Se trata de la violación como genocidio.
Catharine A. MacKinnon, Rape, Genocide, and Women’s Human Rights, 17 HARV. WOMEN’S L. J. 5, 11-12 (1994)."Tomado de www.eqgenero.com"
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